Los colores de nuestros recuerdos de Michel Pastoureau


Este libro me ha decepcionado. Me ha resultado entretenido, pero queda lejos de lo que esperaba. Pastoureau es un medievalista francés especializado en la historia de los colores. Ha publicado libros monotemáticos sobre el tema como Negro o como Azul: historia de un color. Descubrirlo en la estantería de una librería me resultó fascinante; leerlo, ya no tanto.

Veo la gran distancia que separa a los estudiosos españoles, franceses e italianos de los anglosajones, que acostumbran a ser multidisciplinares. Son abiertos de mente y atacan su objeto de estudio desde todos los ángulos posibles. Y siempre con una sonrisa, aplicando la máxima del docere delectando. Esto hace que sean especialmente buenos con los libros de divulgación.

Pastoureau escribe aquí una especie de biografía imitando el Je me souviens de George Perec, aunque sin ser tan breve y recopilando recuerdos en base a algún detalle cromático. Lo peor es que dedica muchas páginas a relatar su infancia, la vida de un niño bien tan poco interesante como consentido, en vez de incidir más en sus hallazgos.

Sus pinceladas de conocimiento escasean. Y cuando entra en materia, nos deja a medias. Recuerdo el capítulo titulado "Semáforos tricolores". Tras trazar rápidamente los orígenes de la señalización viaria, afirma que los primeros semáforos eran bicolores. Se pone a disertar sobre la oposición del rojo y el verde y... fin. Ni una palabra del ámbar.

¿Es interesante entender la oposición del rojo y el verde? Por supuesto. Pero el título me ha creado unas expectativas que no se han visto satisfechas. Luego están esos fragmentos en los que parece renegar del punto de vista científico porque "no ven más allá", pero luego se escuda en un patético "yo soy de letras" para tapar su falta de interés por entender las longitudes de onda.

Mi error fue confundir el libro con lo que no era. Son unas memorias, no un libro de estudio como otros que ha escrito Pastoureau. He aprendido cosas, pero pocas e incompletas. Me he sentido privado de otros puntos de vista que completen la compleja percepción individual y social de los colores. Decididamente, no he dado en el blanco.

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