Escobillas cuquis

En el programa de radio y Youtube de La Vida Moderna, critican sin cesar la invasión de "lo cuqui" en la sociedad actual. Me hacía gracia, pero hasta la semana pasada no lo vi con mis propios ojos en una tienda de cachivaches cerca de mi casa. ¡Escobillas del váter con mensajes inspiradores! ¿Qué necesidad había, y cómo no pensaron en lo mucho que pueden malinterpretarse?


Si una mañana me despierto "súper flamenco" y tengo que utilizar una escobilla, dudo mucho que "estar flamenco" sea un mensaje positivo. Más bien me veo apoyado sobre un solo pie, con la otra pierna encogida y la cara rosada, agarrándome al borde de la bañera para no caerme mientras me acuerdo de la "ganga" de kebab que le compré la noche anterior al simpático vendedor ambulante.


¿"Dream"? ¿En qué altos objetivos vitales me tengo que poner a fantasear mientras estoy de cuclillas como un mochuelo? ¿Quién puede utilizar la imaginación cuando a duras penas puede leer la etiqueta del champú sin resoplar ni desenfocar la mirada? En una situación así, la materia de la que están hechos los sueños es la que vas a tener que despegar con el cepillito de marras.


¡Abrazos! ¿Qué enfermo necesita un abrazo en semejante brete? ¿Y quién es el loco que se los va a dar? Tengamos en cuenta que cuando abrazas a alguien, lo que ves no es su cara sino su espalda. Dos brazos temblorosos y agarrotados a tus costados, con las uñas clavadas a tu espalda, mientras observas sin perder detalle el espectáculo de la vida. ¡Algo así sólo conduce al espectáculo opuesto!

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