Clásicos del transporte público en agosto

Renfe está imposible este agosto, pues han reducido trenes. No sé, hace años, a lo mejor era normal que no hubiera ni el Tato en agosto, pero actualmente, aunque baje durante este mes, el trabajo continúa todo el año. En resumen, que los trenes van a reventar, y como ir de pie y aplastado de buena mañana sin aire acondicionado no resulta demasiado beneficioso para la salud física y mental, voy en autobús.

El problema del autobús es que me requiere despertarme antes, pues me deja en Sant Andreu Arenal. De ahí, debo coger el Cercanías para corroborar que no cabe ni una aguja, pero al menos sólo son dos paradas, lo cual se hace más llevadero. En julio no había mucha diferencia, apenas un cuarto de hora. Sin embargo, en agosto, en vez de pasar por mi parada a las 6:45, descubro que lo hace a las 6:35. El primer día lo cojo de casualidad, pero el segundo tengo que correr para no perderlo.

Tras la carrera, le pregunto al conductor:

–Disculpe, ¿el autobús no pasa a las 6:45?

El hombre parece un resto de temporada, tan encorvado que está. Tiene una cabeza con una fisonomía que hubiera hecho las delicias de cualquier frenólogo criminalista. Es como si el doctor Frankenstein se hubiera marchado de vacaciones e Igor hubiera tenido que buscar un empleo para el verano. Nada más plantearle mi duda, ya veo que no le van mucho los interrogatorios. Refunfuñando, contesta:

–Eso es todo el año, todo al año. ¡Pero ahora es agosto! Y... y... –Duda. ¿Puede que busque la respuesta adecuada? ¿Acaso la sabe? ¿O pasa por mi parada a la hora que le sale de los huevos? Por fin suelta con un aspaviento– ¡...y los horarios están ahí colgados!

Voy donde ha señalado, de espaldas, con el pulgar. Tres carteles sobre el cristal de la ventana. Dos de publicidad, uno de horarios. Este último informa de que aumentan la frecuencia, ¡buena noticia! ¡Y a partir del 20 de julio, genial! Pero, un momento, ¿"excepto agosto"? ¿Han aumentado el número de autobuses del 20 al 31 de julio, y dejan de hacerlo en agosto? ¿Y dónde coño están los horarios de este mes? Y... un momento, ¡¡si son los horarios de otra línea!!

Por suerte, me guardo la ira. Cuarenta minutos después estoy en la taquilla de Arco de Triunfo pidiendo mi billete de Devolución Exprés porque, para un recorrido de dos puñeteras estaciones, he tenido que estar más de veinte minutos en un andén atestado esperando un tren que llegaba tarde y repleto de alegres trabajadores camino de la oficina. ¡Con el transporte público de Barcelona, siempre se puede ir a peor!


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